José M. Caballero
El ciclo anual en la ciudad: octubre
Actualizado: 9 nov 2020
Octubre empieza y termina con luna llena (Fig. 1). No es un acontecimiento que marque el principio y el final de todos los meses, ni siquiera de todos los octubres. Sin embargo, lo señalo para recordar que las divisiones del tiempo se basan en los movimientos cíclicos de la Tierra y de la Luna. Los días surgen de la rotación terrestre, los años de la traslación. Las semanas y los meses se relacionan con el movimiento de la luna, cuyo periodo de traslación es variable, aproximadamente de 29 días. En nuestro calendario, la mayoría de los meses tienen 30 o 31, y así se consigue que el año tenga un número entero de meses. Otros calendarios sí se ajustan más al ciclo lunar, haciendo coincidir el comienzo de cada mes, no con la luna llena, sino con el día en que nuestro satélite empieza a verse tras la luna nueva.

Fig. 1. La luna llena del día 1 de octubre de 2020 en Murcia. Al salir, y hasta horas después, resultaba difícil verla por la nubosidad que había; la imagen que la muestra sobre la ciudad se tomó en un momento, poco después de la salida, en que se pudo distinguir algo mejor. Más tarde, el cielo se despejó parcialmente, y se pudo hacer la foto de la derecha. En ella se ven los “mares” (más oscuros), zonas deprimidas y relativamente llanas cubiertas por coladas basálticas; por ejemplo, los mares de la Serenidad y de la Tranquilidad, los dos que aparecen, comunicados, en la parte central y superior, un poco a la derecha. No hay mares en la cara oculta de la luna, sólo en la visible. También se observan algunos de los grandes cráteres del satélite, como Tycho (abajo en el centro, en la parte clara) y Platón (en la parte superior y un poco a la izquierda, sobre el gran Mar de las Lluvias).
Decía el mes pasado que la época del año más importante en cuanto a precipitaciones, en la región de Murcia, son los meses de septiembre y octubre. Pero, al menos hasta el momento de publicar esta nota, apenas hemos tenido lluvias otoñales este año. Quizá por eso las plantas que perdieron la hoja en verano, como la albaida (Anthyllis cytisoides), no han empezado aún a recuperarla. El romero y otras especies siguen teniendo síntomas del estrés hídrico provocado por la sequía estival. Y no son muchas las que florecen ahora, pero algunas encontramos (Fig. 2); por ejemplo, el narciso de otoño (Narcissus deficiens o N. obsoletus) y varias halófitas que apenas se nota que están en flor por la nula vistosidad de sus flores, como el salicor (Salicornia ramosissima) o la sosa alacranera (Sarcocornia fruticosa).

Fig. 2. A: Las matas de romero (Salvia rosmarinus = Rosmarinus officinalis) todavía presentan tonalidades amarillentas, síntoma de estrés hídrico debido a la sequía estival y a la escasez de lluvias otoñales, al menos hasta la fecha. La foto se tomó el 12/10/2020 entre La Alcayna y Murcia. B: El narciso de otoño, para unos Narcissus deficiens, para otros Narcissus obsoletus, se puede encontrar en flor en octubre en montes alrededor de Murcia, como en los de El Valle, y también en muchas otras zonas de la región. C y D: El salicor (Salicornia ramosissima, C) y la sosa alacranera (Sarcocornia fruticosa, D) son plantas halófitas, es decir, adaptadas a vivir en zonas con elevada salinidad. La suculencia es una adaptación a estas condiciones, pues en tallos carnosos diluyen y almacenan el exceso de sales que absorben. Las dos especies, pertenecientes a la familia Amarantáceas (que actualmente incluye las antes Quenopodiáceas), se parecen, aunque Salicornia es anual y Sarcocornia perenne. Ambas tienen flores muy poco llamativas: se ven estambres que salpican los tallos y poco más. Por supuesto, esta falta de vistosidad se relaciona con su polinización por el viento. Tanto una como otra se pueden encontrar en ramblas muy próximas a Murcia que llevan aguas saladas o salobres. E: En algunas de estas mismas localidades vive la salsona (Limbarda crithmoides = Inula crithmoides), otra planta halófita que pertenece a la familia Compuestas y que tiene flores más vistosas.
También hay especies que, ya pasada la floración, muestran ahora sus frutos (Fig. 3), aunque no se utilicen para el consumo humano. Una de ellas es la coscoja (Quercus coccifera), arbusto típico del matorral mediterráneo, muy abundante en los montes cercanos a Murcia. En cambio, los frutos del madroño (Arbutus unedo) tienen sabor agradable y mucha gente los toma.

Fig. 3. (Izquierda): Las bellotas de la coscoja (Quercus coccifera), uno de los arbustos más típicos del matorral mediterráneo, perteneciente a la familia Fagáceas, están madurando durante esta época. Son muy parecidas a las de la encina o carrasca, pero se pueden distinguir por el aspecto de la cúpula (“caperuza” que cubre la parte superior). La coscoja es muy abundante en los montes próximos a Murcia y en la mayoría de las sierras de la Región. (Derecha): El madroño se cultiva en algunos jardines de la ciudad y de sus alrededores, sobre todo en casas particulares, pero para encontrarlo en estado natural debemos alejarnos un poco más de Murcia: ir, por ejemplo, a la sierra de la Pila (Fortuna) o a la de Salinas (Yecla). En la foto se ven frutos en distinto estado de maduración; son comestibles, aunque no se comercializan. Los muy maduros sufren fermentación y contienen alcoholes; comerlos en abundancia puede ser contraproducente. Se dice que la segunda palabra del nombre científico, Arbutus unedo, viene del latín ‘unum edo’, que significa ‘me como [sólo] uno’, aludiendo a lo que acabo de decir.
Los olmos (Ulmus minor), que abundan en la huerta, aunque casi siempre ejemplares aislados o pequeños grupos, ya van tomando aspecto otoñal (Fig. 4). En muchas parcelas de huerta, crecen las verduras y hortalizas que se plantaron los meses pasados: apio, perejil, espinacas, lechuga, patatas,… Las naranjas van madurando, ya se han recogido las primeras de la temporada. Las granadas están en sazón (Fig. 5).

Fig. 4. (Izquierda): A veces las plantas florecen fuera de su temporada habitual. Las zarzamoras (Rubus ulmifolius) son muy abundantes en los setos que hay en la huerta, en los bordes de acequias y en otros ambientes con cierta humedad edáfica. En septiembre los frutos suelen estar maduros, pero algunas que no dieron frutos viables en su momento han vuelto a florecer, tímidamente, en octubre. La foto se tomó en una zona de huerta, cerca de Cabezo de Torres. (Derecha): En la huerta de Murcia son abundantes los olmos (Ulmus minor): en las casas y al borde de los caminos, entre las parcelas de cultivo,… Suelen estar aislados o en pequeños grupos, no encontramos grandes olmedas. Los que se ven en la figura ya empiezan a mostrar su apariencia otoñal, con algunas hojas pardo-amarillentas por haber perdido la clorofila.

Fig. 5. (Izquierda): Las espinacas que se plantaron hace menos de dos meses han crecido en esta parcela de Zarandona. (Centro): En los naranjos (Citrus sinensis), cultivados ampliamente en muchas zonas de la huerta, se ven frutos en distintas fases de maduración; los más tempranos ya se han recogido. (Derecha): En cambio, no suele haber en la huerta grandes extensiones de granados (Punica granatum), pero abundan estos arbolillos entre otros cultivos, en bordes de parcelas,… En octubre, las granadas están maduras y listas para su consumo; se dice que son ricas en antioxidantes y en iones minerales.
¿Qué hacen los insectos? Su actividad, como la de otros invertebrados, ha disminuido considerablemente, pero aún se dejan ver, no poco, y continuarán haciéndolo. En la ciudad de Murcia y sus márgenes, el canto de los grillos sigue oyéndose ahora que estamos cerca del final de octubre, pero con mucha menos intensidad y duración que antes. En nuestros paseos, mientras las moscas, más pesadas que nunca, se empeñan en posarse en el dorso de la mano, nos podemos encontrar con alguna saltacercas (Lasiommata megera) o blanquita de la col (Pieris rapae), pero es difícil que veamos mucha más variedad de mariposas diurnas. Los saltamontes se mantienen activos, y también las libélulas (Fig. 6), más conspicuas, posiblemente por su comportamiento y por la escasez de otros insectos voladores de su tamaño.

Fig. 6. Las libélulas siguen activas en esta época, su presencia se detecta fácilmente, sobre todo en elevaciones y en sitios con agua, llamando la atención la capacidad para mantenerse inmóviles en el aire o para volar hacia atrás. (Izquierda): Trithemis kirbyi macho, libélula africana. La primera observación registrada de esta especie para la península Ibérica (y para toda Europa continental) se realizó en 2007 en las cercanías de Manilva (Málaga). Desde entonces se ha extendido rápidamente por una parte importante de la Península; es posible que el cambio climático haya tenido un papel relevante en esa expansión. (Derecha): Hembra de Sympetrum fonscolombii vista con mayor detalle. El macho es más bien rojo; numerosas especies de odonatos (orden de insectos al que pertenecen las libélulas) presentan un claro dimorfismo sexual. Por otra parte, el ojo compuesto de una libélula puede tener decenas de miles de omatidios (facetas o “minipantallas”, cada una con su lente).
Y voy a destacar dos aspectos de la vida de las aves en este periodo: viajes y vida social. No son nuevos, en los meses anteriores ya he hablado de las migraciones, pero vamos a ponernos un poco al día. Se siguen viendo golondrinas en paso, cada vez menos; los aviones y, sobre todo, los vencejos desaparecieron antes. Otras especies continúan en tránsito durante este mes: lavanderas blancas (Motacilla alba) y boyeras (Motacilla flava), abubillas (Upupa epops), petirrojos (Erithacus rubecula),… Algunos individuos se quedarán por aquí a pasar el invierno, otros seguirán su marcha. Los abejarucos (Merops apiaster) no se quedan; varias decenas permanecían por aquí los primeros días de octubre, pero a partir del 10 dejaron de verse (Fig. 7).

Fig. 7. (Izquierda): Los abejarucos (Merops apiaster) son aves estivales en la Región, donde están presentes tanto en época de cría como durante los pasos migratorios. Se pudieron observar varias decenas de abejarucos en las cercanías de la ciudad incluso durante los primeros días del mes de octubre, reuniéndose para pasar la noche en un dormidero situado en la huerta. A partir del día 10 ya no los vi. (Derecha): También es estival en la península Ibérica la lavandera boyera (Motacilla flava). En los alrededores de Murcia se ve principalmente durante el paso migratorio; este ejemplar se fotografió cerca de Cabezo de Torres el día 5 de octubre.
Y en relación con el segundo aspecto del que hablaba, parece que después del periodo de cría la vida familiar se va sustituyendo por vida social. Muchas aves se hacen más gregarias para moverse, para buscar comida, dormir,… Y así, ya este mes y al menos hasta el final del invierno (y más en bastantes casos), vamos a ver bandadas de grajillas (Corvus monedula), gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) y patiamarillas (Larus michahellis), así como grupos de garcillas bueyeras, sobrevolando la ciudad. Las grajillas y las garcillas bueyeras, además, se reunirán al atardecer en zonas de los alrededores de Murcia, en dormideros donde pasarán la noche.

Fig. 8. Las garcillas bueyeras (Bubulcus ibis, A y B) y las grajillas (Corvus monedula, C y D) son dos especies que después del verano se dejan ver con mayor abundancia y vuelan sobre la ciudad y sus alrededores, sobre todo por la mañana temprano y al atardecer. Pasan la noche en dormideros de la huerta en los que pueden congregarse cientos de individuos. A: ¿Las garcillas bueyeras también bostezan? Esta, desde luego, no estaba cantando. B: Un grupo de garcillas sobre un ciprés. C: Las grajillas suelen verse en grupos más numerosos que los de la especie anterior, casi siempre emitiendo su sonido característico (¡kiia!). Aquí están posadas en la parte alta de un plátano de sombra, donde probablemente pasarán la noche. D: Una grajilla fotografiada en pleno centro de Murcia.
Esperemos que en noviembre, cuando El rollo verde vuelva a dar cuenta de los acontecimientos del ciclo anual, pueda decir que las lluvias nos han visitado con benevolencia. ¡Hasta entonces!