José M. Caballero
Invasoras familiares
Actualizado: 18 may 2020
Muchas personas creen que ciertas plantas, que nos resultan próximas y estamos acostumbrados a encontrar cerca de nuestras casas o en los paseos que damos, se encuentran de forma natural en nuestro territorio, en el sureste ibérico. Tres de las plantas a las que me estoy refiriendo son la chumbera (también llamada palera o nopal), la caña y el gandul.
Sin embargo, no es así. Aunque nos hayan acompañado durante bastantes generaciones, se trata de especies alóctonas invasoras, y como tales aparecen recogidas en el catálogo publicado hace unos años en el BOE. Antes de hablar un poco de estas plantas, comentaré varios conceptos generales, como los de “alóctonas” e “invasoras”.
Autóctonas y alóctonas
Cada especie surge por evolución en una determinada zona geográfica; desde allí, en la mayoría de los casos, se dispersa, ocupando un territorio más o menos amplio. Las plantas no pueden desplazarse activamente, como los animales, pero sus frutos, semillas o propágulos (estructuras para la reproducción asexual por multiplicación vegetativa), transportados por agua, viento, animales,… hacen posible la dispersión y colonización de nuevos territorios.
Así, una especie se considera autóctona de un determinado lugar o territorio cuando se encuentra de forma natural en él; es decir, cuando ha llegado a establecerse en ese lugar por los mecanismos naturales de dispersión, sin que la intervención humana haya sido determinante. Los términos “exótica” o “alóctona”, sinónimos, se oponen a “autóctona”, e implican intervención humana, voluntaria o involuntaria, pero necesaria para que una especie haya podido llegar a un territorio. Por supuesto, el hecho de llegar no significa que la colonización tenga éxito: en muchos casos, individuos de una especie llegan a una localidad, pero la colonización no prospera y no llega a mantenerse una población estable.
Diversas formas de intervención humana pueden ser decisivas para que una especie vegetal llegue a una localidad. Algunas son, al menos en parte, voluntarias: plantas que se cultivan, para consumo o en jardinería, y después se naturalizan (se “asilvestran”, pudiendo sobrevivir y reproducirse por sí mismas). Otras son involuntarias: semillas que llegan, por avión o barco, a zonas alejadas del lugar en que se formaron, y germinan allí. En los alrededores de los puertos de mar o de los aeropuertos es frecuente encontrar plantas exóticas.
Invasoras
Aunque las palabras “exótica” e “invasora” aparecen con frecuencia juntas, no todas las especies exóticas son invasoras, y algunas autóctonas pueden comportarse como tales.
Una especie se considera invasora cuando puede ocupar zonas importantes en poco tiempo, dando lugar a cambios significativos en el ecosistema. Algunas características de la planta, como la facilidad para reproducirse asexualmente con rapidez, pueden influir en su capacidad de ocupación y expansión, pero también son fundamentales las características del hábitat. Una especie tiene que encontrarse en un hábitat propicio para que su potencial reproductivo se manifieste. Así, numerosas plantas exóticas aprovechan aprovechan espacios marginales o alterados para expandirse por un territorio: bordes de caminos o carreteras, cultivos abandonados o zonas roturadas sin cultivar, cauces fluviales en los que se ha eliminado vegetación de ribera,… A la aparición de estos hábitats también contribuye indudablemente la intervención humana.
Gandul o tabaco moruno (Nicotiana glauca)
Muchas especies de plantas alóctonas que han llegado a España proceden de la región Neotropical, ecozona que comprende toda Sudamérica salvo el extremo más meridional, Centroamérica y áreas de México y sur de Estados Unidos. El gandul o tabaco moruno (Nicotiana glauca, Fig. 1) es una de ellas.
Perteneciente a la familia Solanáceas, es pariente muy cercano del tabaco (Nicotiana tabacum). Es un arbusto o arbolillo con ramas y hojas de color verde-azulado claro (de ahí el término “glauca”) y grupos de flores tubulares amarillas. Se introdujo en España en el siglo XIX como planta ornamental, primero en Canarias y más tarde en la península, encontrándose ya naturalizada a finales del XIX en zonas del sur. Actualmente es muy abundante en el sureste ibérico. Estamos acostumbrados a verla desde hace mucho tiempo, sobre todo en márgenes de carreteras y caminos, ruinas y casas abandonadas, ramblas,… Los problemas relacionados con su carácter invasor se han dado principalmente en Canarias, aunque también podrían surgir a corto plazo en otros territorios, y más si se tiene en cuenta su tendencia expansiva actual.

Chumbera, palera o nopal (Opuntia ficus-indica)
Varias especies del género Opuntia se encuentran en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. La familia a la que pertenecen, las Cactáceas, es americana, y no ha llegado de modo natural a otras partes del mundo, aunque se encuentren cactáceas por todo el planeta como resultado de la intervención humana.
Precisamente fue la chumbera, Opuntia ficus-indica (=Opuntia maxima, Fig. 2), una de las primeras plantas que se trajeron de América, probablemente de la zona mexicana, en el siglo XVI. Se cultiva profusamente, entre otras cosas por sus frutos, los higos chumbos o higos de pala, por servir de alimento a las cochinillas que proporcionaban tintes, y por su capacidad de formar setos o “muros naturales”, protegiendo y separando parcelas o propiedades. En el siglo XVIII ya se informa de su abundancia en las provincias costeras mediterráneas.
Estamos acostumbrados a ver las chumberas como elementos característicos, tradicionalmente asociados a las casas de campo murcianas o de otras zonas del sureste ibérico. Su carácter invasor se manifiesta principalmente en áreas alteradas por la actividad humana, pero también se ha detectado en terrenos con vegetación más o menos natural, como laderas de Sierra Espuña. La capacidad invasora se ve favorecida porque, además de reproducirse por semilla, lo hace asexualmente por multiplicación vegetativa: las palas (segmentos del tallo) desprendidas pueden enraizar y formar nuevas plantas.
Sin embargo, las especies invasoras también son susceptibles, obviamente, al ataque de parásitos. Y esto es lo que ha sucedido con la chumbera, cuyas poblaciones se han visto diezmadas por la cochinilla Dactylopius opuntiae. La plaga se detectó inicialmente en Murcia en 2007, y desde allí se extendió a otras zonas de la Península Ibérica. Los años de mayor incidencia fueron 2013 y 2014, tras los cuales está produciéndose una cierta recuperación de las chumberas.

Caña (Arundo donax)
La caña, cañizo o bardiza (Arundo donax, Fig. 3) es otro de los elementos vegetales típicos, vinculados tradicionalmente a las zonas de cultivo en buena parte de la Península Ibérica, sobre todo en el sur y levante. En cuanto a su procedencia, difiere de los dos casos anteriores, pues parece venir del Este de Asia. Desde allí se fue extendiendo durante siglos por la región mediterránea. Se sabe que ya estaba en Italia en el siglo XVI, y por esa época o poco después llegaría a España. Se cultivó, y se favoreció su expansión, entre otras cosas por su utilidad para hacer techos, empalizadas, cortavientos, o para formar barreras que sirvieran de límite entre parcelas.
La caña pertenece a la familia Gramíneas (=Poáceas), la segunda familia en España en cuanto a número de especies presentes; en ella se incluyen también otras plantas frecuentes y familiares como los cereales y el esparto. Las flores, verdes y poco llamativas, se disponen en espiguillas, cuya agrupación forma el penacho que vemos en el extremo de los tallos.
Aunque puede reproducirse sexualmente por semillas, en las zonas donde es alóctona se reproduce principalmente de forma asexual: los rizomas (tallos subterráneos más o menos horizontales) van creciendo y dando lugar a brotes aéreos, hacia arriba, y a raíces hacia abajo. Los fragmentos de rizoma, transportados por el agua, pueden enraizar y seguir el proceso de expansión en nuevos territorios.
Según la UICN, es una de las plantas invasoras más perjudiciales en todo el mundo. En el sureste ibérico ha ocupado tramos importantes de riberas (sobre todo cuando la vegetación autóctona se había alterado previamente), ramblas y otros humedales, así como de canales y balsas de riego. En Murcia se han llevado a cabo campañas para la eliminación de cañizo en numerosas localidades, desde la costa (Calblanque) hasta el noroeste de la región.

Para seguir leyendo
- AEET (2015). Revista Ecosistemas (www.revistaecosistemas.net). Volumen 24, nº 1: Las invasiones biológicas y su impacto en los ecosistemas.
- GEIB (2006). TOP 20: Las 20 especies exóticas invasoras más dañinas presentes en España. GEIB, Serie Técnica N.2. 116 p.
- Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, por el que se regula el listado y catálogo español de especies exóticas invasoras (BOE del 12 de diciembre de 2011, p. 132711 y ss.).
- Sanz Elorza, M., Dana Sánchez, E.D. & Sobrino Vesperinas, E., eds.(2004). Atlas de las Plantas Alóctonas Invasoras en España. Dirección general para la Biodiversidad. Madrid. 384 p.