top of page
  • Foto del escritorJosé M. Caballero

Un mes, un lugar. Abril, Sierra de Carrascoy




Este mes de abril seguimos en zonas del interior, y nos vamos al Parque regional de Carrascoy y El Valle. Puede decirse que es el pulmón de Murcia: muchísima gente disfruta de él, sobre todo los fines de semana de buen tiempo, y el Parque, a cambio, sufre algunas consecuencias negativas de esta gran afluencia. Pero para no extenderme, no voy a seguir escribiendo sobre el Parque en general, del que se podría decir mucho, y me limitaré al recorrido que proponemos (Fig. 1).

Fig. 1. Ruta propuesta por la Sierra de Carrascoy. El archivo gpx se ha subido a wikiloc (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/morerascarrascoy20220408-100123413). De esa página web se ha tomado la imagen y se ha modificado.

1. Punto de inicio: la Plaza de las Moreras, cerca de la urbanización “Torre Guil”.

2. Llegada a la Naveta del Salar, que se bordea dejándola a la derecha.

3. Desde aquí se inicia la subida a la zona más alta, con tramos de mayor pendiente. En este punto el camino de vuelta se desvía del de ida.

4. Una de las cumbres de la sierra, con un grupo de antenas. Desde aquí se emprende la vuelta.



Es una ruta más bien larguilla (24-25 km); va de la Plaza de las Moreras, cerca de Torre Guil, a la cumbre oriental de la sierra, donde hay un grupo de antenas. Se puede alargar un poco, yendo a otra cumbre con más antenas, o acortar lo que se quiera, pues buena parte del camino de vuelta coincide con el de ida.

He estado dudando, porque, dependiendo de como venga el año, sobre todo de temperatura y lluvias, algunas de las plantas típicas, en particular jaras, pueden empezar a florecer a final de abril, o bien hacerlo a principios de mayo. Esta temporada ha llovido mucho, y lo notaremos claramente, pero también ha habido días fríos en marzo, y creo que la floración va un poco más retrasada que otros años.

El recorrido comienza en la Plaza de las Moreras, a la que se llega subiendo por la carretera desde la urbanización Torre Guil. El primer tramo (1-2 en la Fig. 1) discurre por un camino ancho entre pinares. En abril nos acompañan cantos de cuco (no sé si alguno se quedará para criar aquí, pero la mayoría estarán de paso), mirlo, carboneros común y garrapinos, curruca cabecinegra,... Veremos parejas de perdices, que, como otras muchas aves, están en periodo de cría (Fig. 2).

Fig. 2. A y B. Perdiz común (Alectoris rufa). Abundantes en Carrascoy, en abril se encuentran en periodo de cría y están emparejadas. C. Carbonero garrapinos (Parus ater, Periparus ater). D. Piquituerto (Loxia curvirostra), hembra.



Los reptiles necesitan “entrar en calor” para poder moverse rápidamente. Por eso no me extrañó encontrar, uno de los días en que hice la ruta y salí temprano, una culebra lisa meridional que todavía no estaba activa. También es fácil que veamos diversas lagartijas (Fig. 3).

Fig. 3. A y B. Dos lagartijas abundantes en el territorio. Las dos pertenecen al género Psammodromus y se caracterizan por tener las escamas dorsales carenadas, es decir, con una pequeña quilla que divide cada escama en dos partes simétricas. A. Lagartija colilarga, Psammodromus algirus. B. Lagartija cenicienta, Psammodromus hispanicus. C. Culebra lisa meridional, Coronella girondica. Aunque se ha dicho que esta serpiente es de hábitos principalmente crepusculares y nocturnos, la encontramos una mañana en el camino, donde permanecía inmóvil o se movía lentamente, pues su cuerpo no había alcanzado la temperatura adecuada. Es inofensiva.



Hay abundantes líquenes y musgos a los lados del camino, así como algunas setas de primavera (o que salen tanto en primavera como en otoño, Fig. 4). Las lluvias de estas semanas han favorecido su proliferación, como también contribuirán a que la floración sea espléndida.

Fig. 4. A. Cladonia mediterranea, uno de los líquenes más abundantes en la Sierra de Carrascoy. B. En esta imagen vemos dos hongos. La seta típica es de Suillus sp., probablemente Suillus mediterraneensis, pariente cercano de los boletus. Delante de ella está Geopora arenosa, un hongo ascomiceto de tipo trufa (aunque sin valor culinario). Forma una estructura globosa que primero está enterrada y luego emerge, abriéndose y liberando las esporas. Así es como aparece en la foto, abierta y con el interior blanco nacarado. C. Si miramos la parte inferior del sombrerillo de Suillus, vemos que presenta numerosos poros. D. Muchas otras setas, como este champiñón silvestre (Agaricus sp.), tienen láminas en el sombrerillo. E. También las tiene, en este caso con una coloración azulada, Lepista nuda. F. Lycoperdon sp., probablemente Lycoperdon pyriforme. Los hongos de este género se llaman comúnmente “pedos de lobo” o “cuescos de lobo”, y eso es lo que significa la palabra griega Lycoperdon. Cuando el cuerpo fructífero madura, al apretarlo suelta una especie de humo oscuro con las esporas del hongo, esa es la razón del nombre.



De hecho, ya hay bastantes plantas en flor. Algunas con flores muy llamativas, como las jaras; otras con flores nada vistosas, como las mismas carrascas. Este año, a los lados del camino, me han parecido abundantes los ombligos de Venus, que empiezan a florecer (Fig. 5).

Fig. 5. A y B. Entre las plantas de la Sierra de Carrascoy con flores grandes y vistosas están las jaras. La jara estepa (Cistus albidus, A) y el romero macho (Cistus clusii, B) son dos de las más abundantes en las zonas bajas y medias del territorio, aunque también están en las partes más elevadas. C. Las pequeñas flores de los cárices (en este caso Carex hallerana), dispuestas en una especie de espiga terminal, no son llamativas, como corresponde a su polinización por el viento. D. Tampoco lo son las flores de esta gimnosperma, Ephedra fragilis, llamada comúnmente hierba de las coyunturas, belcho o trompera. E y F. Las carrascas (Quercus rotundifolia) son plantas de polinización por el viento, como las dos anteriores. Sus flores, pequeñas y discretas, se agrupan en esas estructuras alargadas que reciben el nombre de amentos. Las carrascas tienen un aspecto distinto durante el mes de abril, cargadas de amentos. G. Thymelaea argentata (=Thymelaea nitida) es una bufalaga que se poliniza por insectos, aunque sus flores tampoco son excesivamente llamativas. H. Ombligo de Venus, Umbilicus rupestris, crasulácea con hojas gruesas y muy características relacionadas con su nombre común, estaba empezando a florecer a mediados de abril.



Después de unos 4,5 km de marcha llegamos a la Naveta del Salar, amplia llanura situada a media montaña, a una altitud de entre 550 y 590 msnm. Primero pasamos por unos terrenos con almendros y vegetación arvense que nos paramos a mirar, identificando varias especies (Fig. 6).

Fig. 6. A. Almendros (Prunus dulcis, Amygdalus communis) en la Naveta del Salar. Bajo ellos hay un tapiz de plantas, herbáceas en su mayoría. Estas comunidades vegetales que prosperan en los cultivos constituyen lo que se llama la vegetación arvense. A continuación se muestran algunas especies integrantes de esta vegetación que se encuentran en esta zona de Carrascoy; todas ellas pueden estar en flor en abril. B. En la imagen aparecen varias especies. Las dos que más destacan son de la familia Crucíferas (=Brasicáceas): Eruca vesicaria (oruga), de flores blancas, y Rapistrum rugosum (jaramago, mostacilla, rabaniza amarilla), de flores amarillas. C. Erodium cicutarium (alfilerillos), una geraniácea. D. La leguminosa Scorpiurus sulcatus. E. Rompesacos, Aegilops geniculata, gramínea (=poácea). F. Gladiolo silvestre, Gladiolus communis (=Gladiolus illyricus), de la familia Iridáceas. G. Otra crucífera, Matthiola parviflora, con sus característicos frutos alargados terminados en tres puntas. H. Silene rubella (=Silene diversifolia), de la familia Cariofiláceas. I. Lengua de buey, Anchusa azurea, boraginácea.



Pero la mayor parte de la llanura mencionada es una finca particular, con cultivos principalmente de cebada (Fig. 7).

Fig. 7. Terrenos de la finca que ocupa gran parte de la Naveta del Salar. A. Cultivos de cebada. Por detrás se ven las zonas altas de Carrascoy. B. Una fila de olivos entre los cultivos herbáceos. C. Han respetado, a la hora de cultivar, la carrasca solitaria que se ve a la izquierda. Alrededor de las tierras plantadas, pinares. Más allá, las zonas altas de la Sierra del Puerto.



Bordeamos la Naveta del Salar, teniendo a la vista las laderas de solana de la sierra, así como la llanura prelitoral y, más allá, las sierras litorales, el Mar Menor,... (Fig. 8). Frente a nosotros se alzan las cumbres de Carrascoy.

Fig. 8. Izquierda: Laderas de solana de la Sierra de Carrascoy. Tras ellas, los terrenos más llanos de la franja prelitoral. Al fondo, las sierras costeras. En el perfil del relieve de éstas destacan, sobre todo, el Cabezo Roldán (justo en la parte central, con forma trapezoidal), la Sierra de la Muela (más a la derecha) y Peñas Blancas (muy cerca del borde derecho). Derecha: Mientras vamos por el borde de la Naveta del Salar, a nuestra izquierda tenemos las vistas de la imagen anterior, mientras frente a nosotros se presentan las zonas altas de la sierra, tal como aparecen en esta foto, cubiertas en gran medida por pinares de pino carrasco (Pinus halepensis).



Una vez que rebasamos la Naveta, emprendemos la última parte de la subida, desde unos 600 msnm hasta superar por poco los 1000: la cumbre oriental, fin del recorrido de ida, tiene unos 1024 m de altitud. Un poco más alejada está otra cumbre, con 1064 m. Seguimos caminando entre pinos carrascos, pero, al ir subiendo, son menos densos y con extensiones grandes de matorral (Fig. 9).

Fig. 9. Aspecto de la parte alta de la Sierra de Carrascoy (tramo 3-4 de la Fig. 1). A partir de los 800 msnm aproximadamente, los pinares van siendo menos densos, y las carrascas más abundantes. El sotobosque y los grandes claros que deja la vegetación arbolada están ocupados principalmente por matorrales. A. Los pinos carrascos (Pinus halepensis) dejan espacios abiertos, en los que aparecen principalmente jaras (Cistus albidus, Cistus clusii,...) y coscoja (Quercus coccifera). B. En estas zonas más descubiertas, en abril puede producirse una floración, a veces espectacular, de gamones (Asphodelus cerasiferus). C. Pinos carrascos, carrascas (Quercus rotundifolia) y, por delante, jaras. Estas jaras de la parte alta pueden florecer, según los años, a finales de abril o ya en mayo. D. Desde el punto final del recorrido de ida, se ve el último tramo de camino recorrido y el aspecto de la vegetación. En esta zona, además de pinos y carrascas, hay madroños (Arbutus unedo).



En un pequeño inventario realizado en el matorral, a unos 880 m de altitud, registramos la presencia de enebros de la miera (Juniperus oxycedrus), jaras (Cistus albidus, Cistus monspeliensis), bocha (Dorycnium pentaphyllum), albaida (Anthyllis cytisoides), mata turmera (Helianthemum almeriense), romero (Rosmarinus officinalis), coscoja (Quercus coccifera) y herbáceas (lastón, Brachypodium retusum, y otras). Más arriba, la coscoja aumenta su abundancia, y aparecen otras jaras: Cistus salviifolius, Halimium atriplicifolium,... Sigue habiendo pinos y carrascas, y ahora, además, vemos algunos madroños (Arbutus unedo). Varias de estas plantas, y otras de la parte alta, se muestran en la Fig. 10.

Fig. 10. Algunas plantas vistas en el recorrido, por la parte alta de Carrascoy (800-1025 m). Obviamente, no quiero decir que sólo se encuentren a esa altitud; pueden estar en zonas más bajas, y también más altas aunque aquí no las haya. A. El lentisco (Pistacia lentiscus) puede estar en flor en abril. B. Coscoja, Quercus coccifera. Es, junto con el lentisco, uno de los arbustos más comunes en las zonas de matorral y en el sotobosque, no sólo en Carrascoy, sino también en muchas otras sierras de la Región. Las estructuras rojas que se ven en la imagen no son frutos (los de la coscoja son bellotas), sino agallas, como tumoraciones que la planta desarrolla en respuesta al ataque de insectos u otros parásitos. Estas, en concreto, probablemente están provocadas por Plagiotrochus quercusilicis, un insecto himenóptero de la familia Cynipidae. C-F. Las jaras también son matorrales frecuentes en esta zona. Una de ellas es la jara negra o jaguarzo morisco (Cistus salviifolius, C y D). E. Cistus monspeliensis también ha recibido el nombre común de jara negra. Sus flores son parecidas a las de Cistus salviifolius, pero las hojas son bastante diferentes. F. Al género Halimium pertenece esta otra jara, llamada jara blanca, Halimium atriplicifolium. Creo que lo que determina que se les llame blanca o negra es la tonalidad de las hojas. G y H. Dejando ya las jaras, que son todas de la familia Cistáceas, el carraspique (Iberis carnosa) es una crucífera propia de terrenos calizos con suelo poco desarrollado. Como todas las crucíferas, sus flores tienen 4 pétalos, pero en este caso dos de ellos son claramente mayores que los otros dos. I. Hierba del pastor, Dorycnium hirsutum. Pertenece a la familia Leguminosas (=Fabáceas). J. Cephalanthera longifolia. Esta orquídea es típica de bosques mediterráneos (pinares, encinares,...) en terrenos calizos y, según Delforge (1), atrae a los polinizadores de la jara negra (Cistus salviifolius), por lo que no es raro que la encontremos en estas zonas. K. En las partes más altas de Carrascoy hay numerosos madroños (Arbutus unedo), aunque dispersos entre pinos y carrascas.



Y llegamos al punto más elevado del recorrido, la cumbre oriental de Carrascoy, donde hay un “centro emisor” con un grupo de antenas. Desde allí tenemos muy buenas vistas: Sierra Espuña, el valle del Guadalentín, las sierras litorales,... (Fig. 11).

Fig. 11. Vistas desde la cumbre oriental de Carrascoy. A. Hacia el noroeste. Sierra Espuña con nieve en las zonas más altas: el Morrón de Espuña, el Morrón de Alhama,... A la izquierda de la zona nevada, la profunda hendidura que muestra el perfil es el valle del Río Espuña. En primer término se ven las laderas de umbría de Carrascoy, y toda la zona baja es el valle del Guadalentín, donde se sitúa la población de Alhama de Murcia. Cerca de esta (y antes de Sierra Espuña), la pequeña formación montañosa que se divisa es la Sierra de la Muela (¡una de tantas!). La foto se hizo en abril de este año 2022. B. Mirando algo más hacia el este que en la foto anterior, se ve, bajo las laderas de umbría, el valle del Guadalentín, con muchos cultivos de regadío. El modesto relieve que asoma a la izquierda es la Sierra del Cura, en Librilla. C. Ahora dirigimos la vista hacia el otro lado, al mar. Las laderas que vemos en primer término son las de solana, y después las zonas bajas prelitorales o litorales, con parte del campo de Cartagena. El día no era tan claro como para distinguir nítidamente el Mar Menor y La Manga; con mejores condiciones sí se verían.



Desde aquí iniciamos la vuelta descendiendo por el mismo camino, hasta que a unos 800 m de altitud (punto 3 de la Fig. 1) nos desviamos y tomamos otra senda. Siguen apareciendo plantas en flor, hay alguna especie que nos ha acompañado durante todo el camino (Fig. 12).

Fig. 12. Izquierda: Arenaria montana subsp. intricata. Esta cariofilácea es abundante en toda la ruta, desde las zonas bajas a las más altas. Derecha: En cambio, el lino azul (Linum narbonense) no es tan abundante, aunque se ve con cierta frecuencia, sobre todo a partir de los 600-700 msnm.



Poco más allá del punto mencionado, divisamos, esta vez desde arriba, la Naveta del Salar (Fig. 13), y bajamos hacia ella, con algunos tramos de pendiente bastante pronunciada (pero sin dificultad).

Fig. 13. Panorámica desde las cercanías del punto 3 de la ruta (Fig. 1). Abajo, cerca, la Naveta del Salar. Más alla, las zonas bajas del valle del Guadalentín y algunas sierras, ya de Alicante. En la prolongación de la Sierra de Carrascoy, donde nos encontramos, se ve, hacia el centro-derecha, la Cresta del Gallo. Cerca del borde derecho, el relieve que destaca es Columbares.



A diferencia de lo que hicimos en la ida, ahora caminamos un trecho por la finca de la Naveta. Y cuando hago este recorrido, siempre me detengo al lado de un ciruelo que en abril todavía tiene flores, al menos los primeros días, y que actúa como un foco de atracción para numerosos insectos (Fig. 14).

Fig. 14. Un ciruelo (Prunus domestica) en la Naveta del Salar. En marzo suele estar en plena floración, pero en abril todavía tiene flores, al menos durante varios días. A. Este aspecto presentaba en marzo de 2021. B. Y así se veía el 31/03/2022. Ha debido sufrir alguna enfermedad (infección por hongos, por ejemplo), con lo que ha perdido parte del ramaje. C y D. Sus flores atraen a numerosos insectos polinizadores, sobre todo himenópteros y mariposas, como las dos que aquí aparecen: chupaleches (Iphiclides feisthamelii, C) y atalanta (Vanessa atalanta, D).



Unos cientos de metros después del ciruelo, volvemos a encontrarnos con el camino de ida, y por él retornamos al punto de inicio de la ruta.

Termino con imágenes de algunos otros invertebrados vistos en el recorrido (Fig. 15).

Fig. 15. Un arácnido y varios insectos vistos durante el recorrido. A. Synema globosum, la araña napoleón, en una flor de jara negra (Cistus salviifolius). B. Cejialba, Callophrys rubi. Esta mariposa diurna de la familia Licénidos es abundante en abril a lo largo de gran parte del recorrido. C. Otra mariposa diurna, esta de la familia Ninfálidos: Vanessa cardui, cardera. D. Lobonyx aeneus, pequeños coleópteros de la familia Prionocéridos, en una flor de Cistus albidus. E. Eumigus cucullatus (familia Pamphagidae) es un saltamontes endémico del sureste ibérico (2). F. Bombylius sp., de la familia Bombylidae. A estos dípteros se les llama “moscas abeja” por su parecido con abejas o abejorros. Suelen verse manteniéndose inmóviles en el aire, y para reproducirse parasitan a determinadas abejas.



(1) Delforge, P. (2002). Guía de las Orquídeas de España y Europa, Norte de África y Próximo Oriente. Barcelona, Lynx Edicions.

(2) Gracias a @orthoptera_spain (Instagram) por la ayuda en la identificación.




En primer término, Anchusa azurea (lengua de buey). Detrás, terrenos de cultivo en la Naveta del Salar. Más allá, la parte alta de la Sierra de Carrascoy.


bottom of page