José M. Caballero
Un mes, un lugar. Noviembre, Cañaverosa

El paseo que proponemos para noviembre discurre, como otros, por un espacio natural protegido. En este caso se trata de la Reserva Natural de Cañaverosa, en las cercanías de Calasparra (Murcia). Podemos andar un rato por los alrededores del Santuario de la Esperanza y recorrer la Senda de la Huertecica (Fig. 1), aunque si ha llovido los días anteriores puede estar intransitable a no ser con botas de agua. No nos olvidemos de parar en el mirador de las Lomas, al lado de la carretera que lleva al Santuario, poco antes de llegar a él. Desde allí tenemos magníficas vistas de los alrededores de Calasparra (Fig. 2). Si queremos alargar más la excursión, podemos visitar los arrozales o incluso subir al Cerro Rotas, desde donde también hay excelentes panorámicas (ver Figs. 1 y 2).

Fig. 1. Imagen satélite de la zona, tomada de Google Maps, añadiendo números correspondientes a los lugares que se mencionan. 1: Santuario de la Esperanza. 2-2’: Por este tramo del río discurre la Senda de la Huertecica. 3: Mirador de las Lomas. 4: Cerro de Rotas. 5: Zona de los arrozales de Calasparra. 6: Río Segura. 7: Carretera a Calasparra.

Fig. 2. Izquierda: Panorámica desde el Cerro Rotas. El río Segura traza una amplia curva, entre el centro y la parte derecha de la imagen. Casi en el borde derecho se ve la acequia de Berberín. En primer término están las laderas del Cerro Rotas, y al fondo la Sierra del Molino. Derecha: Vista desde el mirador de las Lomas. Aparece un tramo del río Segura muy próximo al de la imagen anterior, aguas abajo. La hilera de arbustos y arbolillos que se encuentra abajo a la derecha corresponde a otro tramo de la acequia de Berberín. En la llanura, amplias áreas cultivadas: aquí se encuentra la zona arrocera. Y al fondo, como en la imagen anterior, la Sierra del Molino.
En toda esta zona, el río Segura discurre principalmente entre sus propios sedimentos trazando meandros, algunos de ellos encajados o “semiencajados” por la erosión intensa del agua, que ha modelado los conglomerados fluviales dando lugar a paredes muy abruptas (Fig. 3).

Fig. 3. Izquierda: Los conglomerados formados a partir de los materiales que el río depositó, y que después ha erosionado. Derecha: Por efecto de esa erosión, los conglomerados forman paredes muy abruptas, como en este paraje entre el Santuario de la Esperanza y la Senda de la Huertecica.
Las ripisilvas o bosques de ribera de la Reserva Natural de Cañaverosa constituyen probablemente la mejor representación de estos ecosistemas en la Región de Murcia. Sauces, álamos, chopos, olmos, almeces,... se dan cita aquí, organizándose y situándose en relación con un gradiente de humedad desde la orilla del río. Hemos escogido el mes de noviembre porque nos permitirá disfrutar de la otoñada. Dependiendo del año, sucederá en la primera parte del mes o más adelante que las hojas de estos árboles caducifolios se tornen amarillas y caigan después, dejando un manto de hojas muertas en el suelo. Las distintas especies podrán realizar este proceso más o menos simultáneamente, también dependiendo del año, pero en todo caso es un espectáculo que merecerá la pena ver (Fig. 4).

Fig. 4. Otoño en Cañaverosa. A. Los plátanos de sombra (Platanus x hispanica) no son autóctonos, pero podemos encontrar algunos en el recorrido, a orillas del Segura. El color que toman sus hojas en otoño, antes de caer, es mucho más llamativo que el de los álamos próximos. B. Álamos (Populus alba). Incluso dentro de la misma especie, podemos ver árboles que ya han perdido la mayor parte de sus hojas y, al lado, otros que las conservan todavía verdes, como se aprecia en la imagen. C. Hojas muertas, sobre todo de álamos y plátanos de sombra.
Y como este mes me he propuesto ser más breve, pues ya estaba alargándome mucho, os dejo con las imágenes comentadas de lo que nos encontraremos durante el paseo (Figs. 5-10).

Fig. 5. Izquierda: el río Segura y la vegetación de ribera. Los árboles que destacan son álamos (Populus alba). Los que están más cerca de la orilla están inclinados debido a la erosión del agua, que se va llevando el suelo que los mantiene; acabarán por caer. Se aprecia también la abundancia de cañas (Arundo donax). Se trata de una especie exótica que puede comportarse como invasora, y de hecho aquí ocupa buena parte de las orillas del río. Debe llevar mucho tiempo en la zona, de lo contrario no se explicaría el nombre ‘Cañaverosa’. Derecha: La Senda de la Huertecica. Además de los árboles propios de la ripisilva, aparece una vegetación baja muy densa en la que prosperan arbustos espinosos, como las zarzamoras (Rubus ulmifolius), y enredaderas.

Fig. 6. Árboles de la ripisilva. A y B. El olmo (Ulmus minor, A) y el almez (Celtis australis, B) se han considerado durante mucho tiempo de la misma familia, Ulmáceas, aunque actualmente muchos autores los separan (Ulmáceas y Cannabáceas). Los frutos de ambos son muy diferentes (los de olmo no están en la imagen); sin embargo, las hojas son parecidas, y en los dos casos se puede observar la asimetría que presentan en la base. C y D. La familia Salicáceas agrupa a los chopos y a los sauces. En C se ven unas hojas de álamo blanco o chopo blanco (Populus alba), con su característico envés plateado. D muestra una rama de Salix purpurea, un sauce con menor porte que las tres especies anteriores, es más bien un arbusto o arbolillo. Los chopos y, sobre todo, los sauces, suelen encontrarse más cerca de la orilla del río que olmos y almeces. De hecho, la flexibilidad de las ramas de los sauces, relacionada con sus usos en cestería y el nombre de mimbreras que bastantes especies reciben, es una adaptación para impedir su rotura por la corriente del río.


Fig. 7. Plantas que se pueden ver en Cañaverosa en noviembre, muchas de ellas con flores o con frutos. En el bosque de ribera son relativamente frecuentes las plantas de tipo enredadera, que no tienen un tallo rígido y necesitan el soporte de otras plantas sobre las que se encuentran. Una de ellas es la nueza (Bryonia dioica, A), con sus típicos zarcillos en forma de muelle, adaptación a este modo de vida. Pertenece a la familia Cucurbitáceas. B. También la clemátide Clematis flammula se apoya sobre otras plantas para crecer. Aquí la vemos con sus frutos, que presentan una especie de cola plumosa que facilita su dispersión. Uno de los nombres comunes de esta especie es “hierba de los pordioseros”, porque produce irritaciones y llagas en la piel al frotarla, lo que se utilizó en el pasado para despertar compasión y conseguir limosnas. C y D. Zarzaparrilla, Smilax aspera. En noviembre la encontramos con flores (C) y frutos (D). De sus raíces se obtiene una bebida refrescante que actualmente apenas se consume, pero en tiempos pasados fue muy popular. E. Rubia (Rubia peregrina). Como las anteriores, es una planta de tallos volubles, no consistentes, que se sostiene sobre otras. Ahora podemos ver sus frutos, unas bayas negras muy consumidas por los pájaros, que son los que principalmente dispersan las semillas. F. La hierba de la viuda, Trachelium caeruleum, es una pequeña planta de tallo erguido, no voluble como en las anteriores, de la familia Campanuláceas. Más que en la ripisilva la encontraremos al pie de las paredes rocosas, húmedas, que forman los conglomerados. G. La persicaria (Polygonum persicaria, Persicaria maculosa) también es una planta erguida, pertenece a las Ranunculáceas. Es propia de sitios húmedos, aparece en prados próximos al río. Tiene usos medicinales y alimentarios.


Fig. 8. En troncos caídos de álamos, o en árboles vivos, es posible encontrar esta especie de hongo yesquero; se trata de Inonotus hispidus. En una etapa temprana (izquierda) es de color más claro, y va cambiando a pardo al envejecer, al tiempo que libera sus esporas de color amarillo dorado. No tiene interés gastronómico, aunque se ha utilizado en medicina y para obtener tintes.


Fig. 9. Lo más destacado de la fauna de Cañaverosa es la presencia de especies protegidas como el galápago leproso (Mauremys leprosa) y la nutria (Lutra lutra), a la que es muy difícil que veamos en nuestro recorrido, aunque quizá encontremos sus huellas en la orilla del río. Las aves se detectan más fácilmente. Entre los numerosos pájaros comunes en el bosque de ribera en esta época están el ruiseñor bastardo o cetia ruiseñor (Cettia cetti, arriba izquierda) y el petirrojo (Erithacus rubecula, derecha). Del primero es más fácil oír su característica voz que verlo entre la enramada, el segundo sí podremos verlo, a veces bien cerca. Abajo: El hábitat del roquero solitario (Monticola solitarius) no es el bosque galería, sino las paredes rocosas próximas.


Fig. 10. Todavía en noviembre, sobre todo a principios, se pueden ver variedad de insectos en Cañaverosa. A y B. Ninfas, en dos estadios distintos, de la chinche Pyrrhocoris apterus. C. Mantis mediterránea, Iris oratoria. D. Chupaleches o podalirio ibérica, Iphiclides feisthamelii, alimentándose en flores de la olivarda, Dittrichia viscosa. Se aprecia la espiritrompa extendida con la que alcanza el interior de la flor. E. Dejamos los insectos, pero también encontramos arácnidos, como esta araña cangrejo (Thomisus onustus) que puede cambiar de color. Más o menos oculta entre las florecillas de la zanahoria silvestre (Daucus carota), espera a sus posibles presas. F. Otros invertebrados que están activos son los caracoles; en este caso se trata de Pseudotachea splendida en una inflorescencia ya pasada de Trachelium caeruleum.
